La conducción de la CGT dio un giro decisivo en su relación con el Gobierno, marcando el fin de la tregua y abriendo la puerta a nuevas medidas de fuerza. En una reunión celebrada en la sede de UPCN, con la presencia de figuras clave como Hugo Moyano, la mesa chica de la central obrera acordó lanzar un plan de lucha centrado en demandas salariales y laborales. Como primer paso, se definió una movilización para el 24 de marzo.
Este encuentro, que congregó a una gran cantidad de dirigentes sindicales, dejó en claro el quiebre con la postura pasiva que la CGT había mantenido hasta el momento. A lo largo de la reunión, se realizaron duras críticas al gobierno de Javier Milei, al que se calificó como “en un momento de debilidad”, especialmente tras el escándalo de la criptomoneda. En ese sentido, varios líderes sindicales celebraron lo que consideran un golpe a la imagen del Presidente en las encuestas.
Como manifestación concreta del malestar, la CGT resolvió brindar apoyo institucional a los sindicatos que este se sumen a la marcha de los jubilados frente al Congreso. Esta movilización contará con la participación de las dos confederaciones gremiales del transporte (CATT y UGATT), que históricamente han competido, pero que en esta ocasión se unirán para llevar adelante la protesta.

El 20 de marzo se convocará al Consejo Directivo de la CGT para analizar el diseño de un plan de lucha más amplio, que luego será considerado por un plenario de delegaciones regionales. Estas delegaciones, que están siendo renovadas en casi todo el país, se caracterizan por tener una impronta más combativa, en especial bajo la conducción del metalúrgico Horacio Otero.
Una de las resoluciones más destacadas de la jornada fue la decisión unánime de la central obrera de apoyar a los gremios que participarán de la marcha de los jubilados, aunque no todos los sindicatos de la CGT estarán presentes en esa movilización.
En la reunión, además de Moyano, participaron referentes como Héctor Daer (Sanidad), Octavio Argüello (Camioneros), Carlos Acuña (estaciones de servicio), Andrés Rodríguez (UPCN), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Abel Furlán (UOM), Sergio Romero (UDA), Julio Piumato (Judiciales), y muchos otros dirigentes del sindicalismo argentino. Solo faltó con aviso Gerardo Martínez (UOCRA), quien se encuentra en Ginebra, Suiza, por compromisos con la OIT.
Con esta nueva postura, la CGT busca recuperar protagonismo frente al Ejecutivo y presionar por una mejora en las condiciones salariales, que según los sindicalistas, hoy se encuentran por debajo de los niveles de pobreza en varios sectores, desde los docentes hasta algunos gremios metalúrgicos. Además, se cuestionó el acuerdo con el FMI, que, según los dirigentes, traerá más ajuste y profundizará la crisis que atraviesan los trabajadores y jubilados.
Este giro en la política sindical marca el inicio de una etapa más confrontativa, aunque algunos sectores dentro de la CGT seguirán apostando al diálogo con el Gobierno para encontrar una solución a los problemas laborales y salariales de las distintas actividades.