Comenzó el cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco, por lo que todos los ojos del mundo se posan en la chimenea de la Capilla Sixtina. De ella emergen señales de humo que, desde hace más de un siglo, comunican la decisión de los 133 cardenales al exterior. Lo que pocos saben es que detrás de esta tradición centenaria hay un sofisticado trabajo de química.
El humo negro indica que aún no se ha alcanzado un consenso entre los cardenales, mientras que el humo blanco señala que un nuevo Papa ha sido elegido. Aunque el uso del humo comenzó a popularizarse en el siglo XIX, cuando se quemaban papeletas con paja húmeda y alquitrán, no fue hasta la década de 1970 que el Vaticano recurrió a fórmulas químicas específicas para asegurar señales claras y evitar interpretaciones erróneas.
Según el químico británico Mark Lorch, profesor de la Universidad de Hull, el humo negro se obtiene mediante una mezcla de perclorato de potasio, antraceno y azufre. El perclorato actúa como oxidante, el antraceno, derivado del alquitrán de carbón, como combustible, y el azufre ayuda a iniciar la combustión. Esta combinación produce una quema incompleta que libera partículas de carbono no quemadas, responsables del color oscuro y denso del humo.
En cambio, el humo blanco, que anuncia al nuevo pontífice, requiere una mezcla más controlada y eficiente. Se compone de clorato de potasio, lactosa y resina de pino. El clorato garantiza una combustión vigorosa, la lactosa sirve como combustible y la resina libera partículas claras que, junto al vapor de agua generado, crean una nube blanca visible desde el exterior.

Este sistema, detallado públicamente tras el cónclave de 2013 que eligió al Papa Francisco, fue diseñado para eliminar cualquier ambigüedad visual. De hecho, en cónclaves anteriores, como los de 1939 y 1958, las señales de humo causaron confusión al presentar tonalidades grises difíciles de interpretar.
“Hoy en día, la fumata es un mecanismo de comunicación milimétricamente calculado”, explicó el historiador Diego Mauro, investigador del Conicet, quien recordó que durante el cónclave se realizan hasta cuatro votaciones por día y, tras cada ronda, se queman las papeletas en la chimenea instalada dentro de la Capilla Sixtina.