El 4 de abril de 2000 el fútbol argentino se sacudió con una noticia imposible de digerir: Mirko Saric, una de las mayores promesas del fútbol sudamericano, se había suicidado a los 21 años.
Un jugador de San Lorenzo se descompensó y sufrió un paro cardíaco en pleno entrenamiento, por lo que tuvo que ser reanimado por los médicos a través de maniobras de RCP.