La carne es un símbolo de la mesa argentina, pero hoy parece alejada del consumo popular, producto de la recesión económica. ¿Cuál es la verdadera situación del sector? ¿Quiénes son los que están ganando y quiénes los que están perdiendo en lo que va de la era Milei?
Para dilucidar estas dudas hablamos en Es Nota con el presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina, Miguel Schiariti, quien trazó un panorama del presente y el futuro inmediato de la industria.
Miguel, ¿cómo describirías el estado del consumo de carne vacuna en la Argentina? ¿Qué es lo que estás viendo?
La verdad, muy mal. No solo porque cayó el consumo interno de carne vacuna, a raíz de la sequía de 2023, de la que todavía no hemos recuperado el volumen de hacienda a faena. Sino también desde el punto de vista de las exportaciones. En lo que va de este año, en el primer trimestre las exportaciones cayeron un 36% respecto del año pasado. Y si bien es cierto que algunos precios aumentaron un poco más, hemos exportado cerca del 24,25% menos en dólares. Es decir, la industria en este momento está atravesando una crisis muy fuerte. Hay despidos en los sitios frigoríficos, sobre todo en los frigoríficos de exportación. Hay despidos o suspensiones en los frigoríficos de consumo. La situación es realmente muy mala, y esto tiene que ver con dos o tres elementos. La sequía del año pasado es uno: la caída del stock ganadero del año pasado fue del 3.2%, en un rodeo de 53 millones. Se perdieron casi un millón y medio de cabezas. Pero por otro lado tenemos un consumo que está más que deprimido, y está diversificándose el consumo de proteína animal en tres productos, entre carne vacuna, carne porcina y carne aviar.
Hoy estamos consumiendo lo mismo de carne aviar que de carne vacuna, y 23 kilos de cerdo. Esto nos lleva a un consumo muy alto de proteína animal en su conjunto, 114 kilos de proteína animal por año. En la época en que consumíamos 70 kilos de carne vacuna se consumían 7 kilos de pollo y 4 kilos de cerdo. Como te darás cuenta, aumentamos casi 30 kilos de proteína por año. Es decir, los argentinos estamos consumiendo más proteína, pero consumida de otra manera. Porque con el precio de un kilo de carne vacuna hoy en la Argentina comprás 3 kilos de pollo o 2 kilos de cerdo.
¿Ese cambio en el consumo es netamente económico? Así pareciera, por lo que estás contando…
Lo único que ha hecho esta diferencia de precios es acelerar un proceso que se venía dando lentamente. Recordemos que el 45% de la población tiene menos de 40 años. Es toda población que creció comiendo pollo desde chiquito. Las patitas de pollo, todas esas cosas. Hubo una inteligente campaña que hicieron los avícolas que generaron que el pollo pasara a formar parte de la dieta cotidiana de todos los estratos sociales y de todos los días.
¿Cómo inciden en los costos internos los impuestos, la inflación en el precio final que paga el consumidor?
De 100 pesos en el mercado interno, 42 son impuestos. Distintos tipos de impuestos, no solo el 20% del IVA, sino también ingresos brutos y tasas municipales. El promedio es más o menos del 42%, es decir que de cada 100 pesos que dejás en la carnicería, 42 se los lleva algún estamento del Estado.
¿Y desde que está este Gobierno no hubo ninguna quita de impuestos a nivel nacional?
Hay provincias que tienen unas tasas de ingresos brutos que realmente espantan, sobre todo teniendo en cuenta que ingresos brutos es un impuesto regresivo. Por ejemplo, cuando vos tenés una cadena que tiene 5 eslabones (el productor, el frigorífico, el distribuidor) y tienen 2% de ingresos brutos, y estoy poniendo un número realmente bajo para lo que es la actividad, en realidad no es que terminás pagando 10% de ingresos brutos, terminás pagando 2% a la quinta. Porque vos vas pagando sobre el precio siguiente. El impuesto es, si vale 100, pagás 102. Ahora, cuando pagás 102, ya no hay más 102. Ahora es 102 con 20. Es una progresión geométrica, matemáticamente se llama de esa manera. Eleva los precios de manera muy significativa.
¿Y qué porcentaje del precio al público que uno paga en la carnicería corresponde a la producción, a la industria y a la comercialización? Como para tener una idea, a grandes rasgos…
Tenés la primera etapa que es la del productor, que recibe alrededor del 35% del valor final. Después está la industria, que tiene entre el 3 y el 6%, en función de a qué se dedique. Después tenés entre el 20 y el 30% del distribuidor, y después viene el carnicero. Esta es más o menos la composición de lo que es el mercado interno.
Y desde el punto de vista de la exportación, esta retención o achicamiento del valor del dólar hace que el exportador esté pagando en dólares casi un dólar más de lo que paga Uruguay o un dólar más que lo que paga Brasil. Es decir, lo que en Brasil se paga 3,70 dólares por cada kilo carcasa, como le llamamos nosotros, es decir el kilo gancho, en Argentina vale 4,70. Entonces, con la caída del valor del dólar, esta depreciación del dólar respecto del peso hace que la competitividad de la Argentina sea realmente muy escasa y entonces se termine exportando menos porque los precios no dan.
Según tu experiencia, ¿qué medidas considerás urgentes o indispensables para reactivar ese consumo interno?
Más que reactivar el consumo interno lo que hay que hacer es reactivar las exportaciones. Si no, la Argentina no va a crecer. Vos tenés voz de tipo joven, por ahí ni te acordás…
No tanto como parece mi voz...
Me alegro por vos. ¿Pero te acordás de un señor que todavía sigue dando cátedra en televisión, Guillermo Moreno? Bueno, ese señor nos hizo perder 12 millones y medio de cabezas entre 2008 y 2009. De 60 millones de cabezas que teníamos en ese momento, pasamos a tener 47 y medio, y hemos recuperado 4 millones y pico. Hoy estamos en 53 millones de cabezas. Con el famoso discurso de preservar la mesa de los argentinos esto es lo que hizo: prohibir exportaciones, prohibir que el sector creciera. Esto fue, obviamente, después del 2008, y Cristina nunca le perdonó al campo, ya que se hubiera obligado a dar marcha atrás con la medida de la 125. Pero el mensaje tramposo que se le dio a la sociedad era que los ganaderos andaban en 4x4, cuando si no andan en 4x4 no pueden entrar al campo, porque llueve 20 milímetros y están una semana sin llegar a su propio campo. Es decir, andar en una 4x4 es un costo más que una ventaja.
Y por otro lado les decían “producí más carne”, y ¿cómo el productor va a producir más carne si no se la dejan exportar? Entonces, en lugar de producir más carne se produjo menos carne, porque quién va a producir un producto que se produce más y no se puede vender al exterior. Va a valer menos en el mercado interno.
Vos decís que la reactivación debería estar centrada en la exportación, ¿pero el mercado interno no incide en el sector?
Sí, cómo no. Entre el 70% y el 75% de la carne que producimos los argentinos, la comemos los argentinos.
¿Y qué se puede hacer para reactivar ese mercado interno?
El mercado interno se va a recuperar cuando las exportaciones crezcan. No es primero el mercado interno y después las exportaciones.
Va de la mano, digamos…
Va de la mano, porque hay muchos cortes que en el mercado externo no tienen precios tentativos, se pagan mejor en el mercado interno, pero hay otros cortes que se pagan mucho mejor en el mercado externo. Entonces, si vos aumentás tus exportaciones a mercados de alto nivel, como son el europeo, el japonés, el coreano, Estados Unidos, México o Israel, entonces van a quedar un montón de piezas que se van a consumir a mejor precio en el mercado interno. La única manera de que el sector agroindustrial de la carne crezca es creciendo con las exportaciones. ¿Qué necesitamos para esto? Dos cosas. Una, que se trabaje muy fuertemente en la apertura de nuevos mercados. Esto se está empezando a trabajar, pero hasta ahora no ha habido muchas novedades. Y dos, que se les saquen las retenciones a las exportaciones. Tenés 75% de retenciones por cada dólar que exportás. Es mucho.
Ya que lo ponés en la mesa, ¿cómo toma el sector la política del Gobierno en cuanto a las retenciones? ¿Qué imaginás en el corto plazo?
En el corto plazo, la verdad, tenemos poca imaginación. Porque, como viene ocurriendo desde hace un año y pico, las cosas quedan en el lugar donde están. Hasta ahora no hemos tenido más que la disminución de la inflación producto de la caída del valor del dólar, una medida muy importante para todos los argentinos pero que perjudica las exportaciones de productos agropecuarios que tienen origen exclusivamente agropecuario, que es todo valor agregado nacional. Porque para engordar una vaca no solo se come pasto sino que se consumen cereales, y para engordar un ovino también. Es decir, es todo de origen nacional. Se debe importar algún que otro fertilizante, pero cada vez menos porque se están fabricando en el país.
¿El sector está en diálogo con el Gobierno? ¿Le sigue creyendo, sigue teniendo confianza?
Hay distintas versiones. Están los que están muy apurados, que están queriendo tener resultados rápidos y están confiando en esto pero están medio desilusionados. Y están aquellos productores que están esperando que las promesas que hizo este gobierno antes de asumir se concreten y sean una realidad. Esto es lo que necesita la Argentina y esperemos que esta vez realmente ocurra. Para la industria frigorífica este momento es exactamente el mismo momento de un año y medio después de la convertibilidad. Con la diferencia de que en aquel momento había enormes deudas y el Estado emitía más de lo que podía, y eso hoy no ocurre, es exactamente lo contrario. Hoy tenemos superávit comercial, superávit fiscal, superávit financiero. Es decir, tenemos posibilidades de que esta vez sea cierto.
Bien, para terminar, siempre se habla de alguna especulación de determinados sectores. ¿Qué les respondés a aquellos que creen que el productor prefiere la exportación antes que el mercado interno? ¿Y el sector hace alguna autocrítica con esta realidad que se vive hoy?
En realidad sí, esto ocurre, ha ocurrido en estos últimos días, por ejemplo, cuando vino la expectativa de retirarnos del cepo. La gente apostó en contra, a que en lugar de estar en la banda de 1.100, digamos, estén en la banda de 1.400. Esto es apostar en contra. Hubo mucha gente que apostó en contra, hubo muchos productores de alimentos, de los grandes, de los casi oligopólicos, por no llamarlos monopólicos, que aumentaron o pretendieron aumentar de un día para otro 10% sus precios en la góndola. Entonces hay mucha gente muy malintencionada.
Este es un momento para que los argentinos recordemos la convertibilidad. La convertibilidad no funcionó porque había deuda, pero por otro lado la convertibilidad obligó y llevó a la quiebra a muchas empresas que lo único que hacían era seguir especulando con que esto iba a explotar. Ya va a explotar, ya va a explotar, decían, y seguían apostando y no resumiendo sus costos ni agitando sus costos, ni convirtiendo su producción en una producción rentable a partir de elaborar de manera más prolija y más sintética y de gastar menos en cosas en las que no debían gastar.
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