Hay dos hechos puntuales en los últimos meses de la política argentina que han despertado y ensanchado una nueva grieta en nuestro país. Los vetos del presidente Javier Milei sobre dos leyes aprobadas en el congreso por una amplia mayoría de diputados y senadores provocaron que las calles volvieran a ser los epicentros de nuevos enfrentamientos.
Primero fue el apoyo al veto sobre la ley de aumento en los haberes jubilatorios, después fue el respaldo al gobierno para no aumentarle el presupuesto a las universidades. La intolerancia vertida tantas veces desde las usinas libertarias con eje central en el figura de Milei, ahora tomó carácter callejero y cualquier manifestación a favor o en contra puede terminar en un una pelea.
Pasados once meses desde la asunción del gobierno libertario la situación social en nuestro país se ha vuelto muy difícil para gran parte de la población. El último informe del Indec marcó la espeluznante cifra que dice que el 52% de la población argentina está bajo la línea de pobreza y de ese total el 18% está bajo la línea de indigencia. Ese conglomerado de argentinos no llega a cubrir la canasta básica alimentaria. Estos números son la demostración fehaciente de que el ajuste que se inició en diciembre pasado con una devaluación del 118% del peso con respecto al dólar perjudicó a la base de la pirámide social en nuestro país. O sea a los más pobres.

El ajuste de Milei recayó sobre los más vulnerables que sufrieron los aumentos exponenciales de los alimentos, mientras que los más ricos se vieron beneficiados con un recorte sobre las alícuotas en el impuesto a los bienes personales. Los jubilados ya perdieron, los docentes universitarios también.
Mientras que las protestas a favor de los jubilados fueron reprimidas, al punto de que una niña de 10 años resultó víctima de policía cuando su cara fue rociada con gas pimienta, las multitudinarias marchas a favor de la educación pública no fueron tenidas en cuenta por un tercio de la cámara de diputados que apoyó el veto de Milei.
Mientras todo esto sucede el gobierno se ha encargado de aumentar la conflictividad. Para ello ha apelado a desprestigiar a todo aquel se oponga a sus medidas económicas, políticas o a su manera de gobernar. Los puntos más altos en las expresiones que han ido desde el oficialismo a sus opositores o detractores llevan la marca del presidente Javier Milei, quien durante el breve período que lleva en el cargo se ha destacado por insultar a opositores, periodistas, economistas y a todo aquel que haya osado cuestionarlo.

El último sábado en ocasión del renombramiento del hasta la semana pasada Centro Cultural Kirchner, ahora bautizado “Centro Cultural Palacio de la Libertad”, el presidente Javier Milei volvió a insistir con las universidades. En su exposición afirmó: “la verdad incómoda de la educación argentina es que la Universidad Pública Nacional hoy no le sirve a nadie más que a los hijos de la clase alta y los ricos y la clase media alta”. Una falacia de Milei que fue desmentida por un informe elaborado por El Laboratorio de Políticas Educativas de la Universidad de Hurlingham. La muestra detalla que el aumento de estudiantes provenientes de hogares de bajos ingresos creció de manera exponencial, mientras que en el caso de mayores recursos económicos el crecimiento fue leve.
Desde que asumió la primera magistratura la verborragia del libertario habilitó a sus seguidores. Entonces los insultos y las amenazas encontraron tierra fértil en los partidarios del “León”, quienes amparados en la virtualidad de las redes sociales desplegaron su artillería de insultos contra “los zurdos de mierda que van a correr”, según publicó en la red X @franfijap.
El miércoles último el mismo @franfijap fue víctima de la intolerancia que el mismo se dedicó a derramar en las redes sociales.

Una nueva fractura parece haber encontrado anclaje en nuestro país. La intolerancia a la disidencia que el propio Milei se ha encargado de resaltar en cada una de sus exposiciones y que sus trols a sueldo replican con su anuencia está empezando a cultivar cada vez más adeptos.