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Opinión

El bosque de la memoria: una resistencia al negacionista

La memoria histórica, lejos de ser un fardo, es el único escudo que tenemos contra el regreso de la oscuridad.
lobo memoria
Por Alejo Ríos |Fundador de "La Runfla Radical"

En un bosque donde los árboles eran historia y la brisa susurraba recuerdos, vivía un búho anciano que contaba las verdades del pasado. Entre las ramas retorcidas de la memoria, narraba la historia de un reino que, cegado por su propio reflejo, olvidó que la justicia no es un péndulo, sino un faro.

Corría el año 1976 cuando los lobos, vestidos con armaduras de hierro, tomaron por asalto la aldea. Bajo la promesa de un orden nuevo, impusieron su voluntad con garras afiladas y colmillos de acero. Decían proteger la tranquilidad del bosque, pero sus sombras arrastraban el eco de los gritos silenciados. Sin embargo, aquellos lobos no leyeron sus palabras, o si lo hicieron, las torcieron a su conveniencia.

Décadas después, consolidada la convivencia pacífica en la aldea y cuando el sol comenzaba a despuntar sobre la arboleda, algunos pretendieron olvidar. Surgieron nuevos narradores que, al borde del lago del engaño, contaban historias a medias. Entre ellos, un zorro astuto de nombre Agustín, quien, con voz encantadora, intentaba hacer creer que los árboles caídos nunca habían existido, que el río de la sangre no había teñido la tierra y que, en todo caso, el aullido de las ovejas justificaba la mordida del lobo.

agustín laje

Pero la memoria es un río que nunca se detiene. Y en una rama al borde de su cauce un búho anciano aún reflotaba con su canto los nombres de aquellos que nunca regresaron. Las golondrinas arrancadas de los cielos; las lechuzas extintas de los árboles; los pequeños nacidos en la oscuridad de las cuevas; y, los que soñaron con un bosque donde todos pudieran caminar en igualdad. Sus voces no eran ecos vacíos, sino raíces profundas que sostenían el suelo de la aldea.

Sin embargo, en la plaza del pueblo, bajo el cielo de marzo, las aves de la memoria alzaron vuelo. Como cada año, recordaron que el lobo no es igual que la oveja, que el guardián no puede convertirse en verdugo sin traicionar su propia esencia. Y así, con pasos firmes sobre la tierra que alguna vez fue regada con lágrimas y sangre, proclamaron una vez más: nunca más.

Porque, como escribió Borges, "somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos". Y en este bosque de la historia, donde los vientos aún llevan murmullos de lo que fue, la memoria sigue siendo el único escudo contra la repetición de la tragedia.

Memoria: una crítica al revisionismo negacionista sobre el terrorismo de estado

Es en aquel bosque de la historia, donde las raíces se entrelazan con los recuerdos, existen árboles que se erigen como testimonios de un pasado que muchos preferirían borrar. En una de sus ramas, estaba ese búho anciano que susurraba la verdad del terrorismo de Estado que asoló a Argentina durante la dictadura cívico-militar de 1976-1983. Pero, como en todo relato que desvela lo incómodo, hay quienes prefieren crear una realidad paralela, una realidad donde el lobo, que bajo la piel de un protector sembró terror, es presentado como un guardián que jamás mordió.

censura

Recientemente, el gobierno nacional, en un intento de reescribir la historia, ha lanzado un video que pretende diluir el dolor de las víctimas de la dictadura, minimizando la magnitud de los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado. Esta pieza de comunicación, cargada de manipulaciones y silencios, toma el lugar de los recuerdos vivos, de las voces que, aún hoy, buscan justicia por los desaparecidos y los torturados. El video, como un zorro astuto del cuento, intenta hacer creer que los árboles caídos nunca existieron, que el río de sangre nunca existió, que el sufrimiento fue solo un mal entendido.

El revisionismo, que aparece con una voz seductora, busca presentar la dictadura como un fenómeno distante y malinterpretado, despojando de su carácter sistemático y brutal el accionar de los represores. En lugar de asumir la responsabilidad histórica del Estado por el secuestro, tortura y desaparición de miles de argentinos, el mensaje del video insinúa que el dolor colectivo puede ser minimizado, que los abusos cometidos por aquellos en el poder deben ser cuestionados y relativizados, y que la memoria histórica, esa que guarda la esencia del pueblo, puede ser distorsionada en nombre de una supuesta "reconciliación".

Es imposible olvidar las voces de los que no regresaron, como aquellas golondrinas arrancadas del cielo y lechuzas extintas de los árboles que, en su muerte, nos legaron la verdad de lo ocurrido. El olvido no es solo una negación de la memoria, sino un insulto a la dignidad de las víctimas. El gobierno, al abrazar esta narrativa revisionista, está pidiendo que cerremos los ojos a la justicia y a la verdad, invitándonos a vivir en una aldea donde los árboles de la historia, tal vez con el tiempo, se transformen en simples decorados, sin peso ni significado. Este es un juego peligroso, uno que alimenta el olvido en lugar de la reflexión crítica.

NUNCA MAS

El verdadero "Nunca Más" no es solo una consigna vacía. Es un pacto que nos une a todos en la búsqueda de justicia y verdad, que se refuerza con cada testimonio, con cada recuerdo de aquellos que no volvieron a casa. La memoria no es un río que se puede desviar a voluntad de unos pocos. Por el contrario, la memoria es un cauce que sigue fluyendo por más que algunos intenten entorpecer su curso.

Es esencial entender que, como escribiera Borges, "somos nuestra memoria". Si decidimos silenciarla, si permitimos que la historia se reescriba según los intereses de quienes temen la verdad, estamos condenados a repetir las tragedias del pasado. Porque el lobo, bajo cualquier nombre que se le dé, no deja de ser lobo, y su sombra aún se proyecta sobre aquellos que sufrieron bajo su garra. La memoria histórica, lejos de ser un fardo, es el único escudo que tenemos contra el regreso de la oscuridad.

Este intento de reescribir la historia debe ser resistido. La verdad, como el viento en el bosque, no puede ser callada por los ecos del olvido. En este aniversario del "Nunca Más", no permitamos que las voces de las víctimas se desvanezcan en una niebla revisionista. La historia no es propiedad de quienes hoy ocupan el poder, sino un legado común que debe ser protegido por todos.

El camino hacia la reconciliación y la paz comienza en la aceptación de la verdad, no en su negación. Y, como el búho anciano en su árbol, la memoria sigue viva, vigilante, dispuesta.

Por Alejo Ríos (@larunflaradical)

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